450 ANIVERSARIO DE LA BATALLA NAVAL DE LEPANTO
mente los órdenes de remos.
Por ello, las piezas de artillería
iban encastilladas en la proa y
su número estaba limitado por
la manga del buque. Así en la
parte de proa del talar, inme-diatamente
detrás de la tambo-reta
se encontraba un compar-timento
de unos tres metros de
largo denominado corulla, que
correspondía a la batería de la
galera. En este espacio iban
montados cinco cañones, uno
más grueso en la línea de
crujía, que se denominaba
cañón de crujía y disparaba
proyectiles de 36 libras de
peso y a cada banda de éste,
una bastarda de ocho libras y
un medio cañón de seis. Todas
estas piezas de artillería iban
dispuestas en la dirección
proa-popa, es decir siguiendo
el eje longitudinal del buque,
debiendo hacerse la puntería
en el mismo sentido del rumbo
del buque, disparando en caza
y además las piezas eran de
avancarga, debiendo realizarse
la alimentación del proyectil y
la pólvora desde la tamboreta.
Moharra de alabarda italiana, segundo tercio
del siglo XVI. (Museo Naval de Madrid)
El manejo de estas piezas estaba a cargo de un cabo artillero denominado
bombardero y de ocho o diez artilleros.
Las galeazas, concebidas por el ingeniero naval Francesco Bressano, eran
buques mucho mayores y pesados que las galeras, ya que desplazaban en
torno a las 1.500 toneladas frente a las 400 toneladas de las galeras. Estos
grandes, la antesala de los galeones, podían embarcar hasta 30 cañones, de
ellos ocho pesados a proa y otros tantos a popa, además de siete más ligeros
contra el personal en cada banda, además de 18 pedreros en sus altos castillos
de proa y popa. Juan de Austria, para aumentar el limitado campo de tiro de
los cañones de las galeras, ordenó en el puerto de Mesina rebajar los espolo-nes
de los buques, así como serrar todas las esculturas que adornaban el
castillo de los buques. Encima de la corulla, sobre unas sólidas bitas de
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