abeto, a dos metros de altura sobre la cubierta principal, se asentaba una
plataforma de madera llamada arrumbada desde donde disparaban los arca-buceros
y de donde partían los grupos de asalto de la infantería al abordaje de
los buques enemigos. Sobre este reducto o bastión, se levantaban una serie
de candeleros de 1,3 metros de altura, batayolas, cuyos extremos se unían
con un pasamanos de madera o filarete que, en el momento del combate, se
utilizaban para colgar escudos de madera forrados con cuero duro, paveses, o
bien estachas de cáñamo, colchonetas o pacas de lana a modo de barricada
o parapeto contra las flechas de los turcos o sus disparos de arcabuz. En otras
galeras sus capitanes, para protección de la arrumbada y de los arcabuceros,
habían colocado una serie de parapetos abatibles de madera de 11 centíme-tros
de espesor con arpilleras para que pudiesen disparar los arcabuceros
propios. Esta protección que iba abatida durante la navegación, se montaba
en poco tiempo antes del combate y era más eficaz que la de colchonetas y
pacas de algodón.
A su vez, las galeras turcas de Alí Pachá, compensaban su menor número
de cañones frente a las cristianas, con bombas de fuego, ingeniosas máquinas
que arrojaban alquitrán y pez ardiendo al agua para incendiar los cascos de los
buques enemigos. Paralelamente, para paliar un menor número de arcabuces
que sus oponentes cristianos, sus arqueros y ballesteros utilizaban flechas
emponzoñadas con la savia de hierbas venenosas.
Las tácticas antes del combate
A las 10:30 horas de una soleada mañana del domingo 7 de octubre de
1571, festividad de Nuestra Señora del Rosario, dos impresionantes flotas se
aproximaban al ritmo acompasado de sus remos por las azules aguas en calma
del golfo de Lepanto o Patras como se le conoce en Grecia, frente a la actual
ciudad de Naupactos. Centenares de galeras, galeotas, galeazas y fustas, con
sus dotaciones en cubierta listas para el abordaje, armados de arcabuces, espa-das,
picas y alabardas, con sus aparejos adornados con banderas y gallardetes
que distinguen a las diferentes agrupaciones y flotas, habían alistado la artille-ría
para ser los primeros en alcanzar con sus salvas al enemigo. La táctica en
el combate era muy sencilla para las galeras cristianas, presentar aspecto proa,
nunca el costado, abrir fuego a corta distancia para barrer las cubiertas de
enemigos y destrozar los órdenes de remos de las galeras turcas para dificul-tad
su maniobrabilidad o provocar su inmovilidad y, a continuación, embestir-las
con el espolón y provocar el abordaje de la infantería, tras utilizar el fuego
granizado a no muy corta distancia de todos los arcabuceros, que tenían más
alcance y mejor precisión que los ballesteros enemigos. Por último, los infan-tes,
en su mayoría españoles, abordarían las galeras enemigas utilizando todas
sus armas blancas.
450 ANIVERSARIO DE LA BATALLA NAVAL DE LEPANTO
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