450 ANIVERSARIO DE LA BATALLA NAVAL DE LEPANTO
Adicionalmente al esfuerzo militar hispano (ibérico tras la integración
portuguesa) frente a estos varios reinos amenazantes, destaca el esfuerzo de la
expansión en ultramar. En definitiva, una agotadora situación que recayó
básicamente sobre las arcas castellanas, que pagaban los gastos de tanto
despliegue y campañas.
El mundo otomano se encontraba en su apogeo, tanto cultural como reli-gioso
y comercial, que alcanzó su cénit antes de Lepanto y que contrastaba
con la situación que vivía Europa, inmersa en guerras por doquier. Así, se
llegaría al célebre combate naval con dos bandos enfrentados, dos mundos en
los que la supremacía de uno pasaba por la derrota del otro.
En el territorio europeo cristiano, la situación política y militar estaba en
permanente cambio, con unas luchas intestinas de primer orden, en la búsque-da
de un mayor peso mediante la incorporación de territorios, donde la reli-gión
era el motivo fundamental de afinidad u odio visceral. Por otra parte, el
fin del feudalismo y del poder de la nobleza vio aparecer una burguesía fuerte,
que fue clave en la gobernanza de los Estados. Las expediciones portuguesas
por el Índico y las españolas
en América ejercieron una
influencia radical en la forma
de ver la vida, ahora mucho
más abierta respecto a las
ciencias, las artes, etc., ali-mentando
las ambiciones
francesas, inglesas y holande-sas
de expansión a ese Nuevo
Mundo y colisionando unas
contra otras y a menudo uni-das
en causa común contra los
territorios hispánicos y su mo-narquía.
La Liga Santa es casi un
milagro revisando lo que
acontecía en Europa. La caída
de Chipre y el temor reveren-cial
a la flota otomana y su
expansión frente a las fronte-ras
de los Habsburgo llevaron
a esta alianza tras tantas trai-ciones
y luchas. Pero fue algo
circunstancial; la Guerra de
los Treinta Años (1618-1648)
sería la consecuencia de tan-tos
intereses contrapuestos.
Morrión italiano, siglo XVI. (Museo Naval de Madrid)
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