450 ANIVERSARIO DE LA BATALLA NAVAL DE LEPANTO
amenazó Roma y capturó Túnez, que después de derrocar a su dey, vasallo de
España, se convirtió en una regencia otomana. Con esa nueva conquista domi-nó
toda la costa de Berbería, desde Trípoli hasta Orán. La reacción imperial
no se hizo esperar, y Carlos V preparó la empresa marítima más brillante de
su reinado para reconquistar Túnez.
El primer fracaso español para conquistar Argel
El primer intento para tomar Argel se produjo tan pronto como Barbarroja
atacó el Peñón, que contaba con una guarnición de 200 hombres batida por la
artillería de la plaza. Su alcaide, el mallorquín Mosén Nicolau Quint, pidió
suministro de agua, pero desde España se estimó que se debía cortar de raíz
tal situación y se encargó a Diego de Vera —que había servido en Italia con el
Gran Capitán y con Pedro Navarro en África— que constituyera una armada
para apoderarse de Argel. Al poco tiempo, salió de Cartagena con cuarenta
velas y unos 8.000 hombres, en su mayoría bisoños reclutados en los campos
de Murcia.
El 30 de septiembre de 1516, se desembarcó en Argel, al abrigo del Peñón,
sin ninguna dificultad, ocupando sin oposición la ciudad. Pero fuera por exceso
de confianza o por negligencia, la caballería mora consiguió cargar, provocan-do
la huida hacia la playa de las tropas españolas, donde cundió el pánico. El
reembarco precipitado de Vera se saldó con la muerte de unos 3.000 hombres y
el cautiverio de 400. Tal triunfó convirtió a Aruj en dueño y señor de Argel.
Llamó a su lado a Jeredín, que estaba en Los Gelves, y a Mancete, otro herma-no
que permanecía en Lesbos, al que envió dinero para que reclutara una tropa
de jenízaros —niños cristianos capturados a los que convertían en fieros y
fanáticos guerreros que se inmolaban por el sultán— para que le sirviera de
guardia personal. Aruj se apropió de los reinos de Túnez y Tremecén después
de degollar sin contemplaciones a los jefes y a cuantos mandatarios le hacían
frente. También aumentó la flota de corsarios que desde Argel asolaban las
costas mediterráneas de España y desde Túnez las italianas.
Carlos V conquistó Túnez, pero no explotó el éxito y no atacó Argel
El césar Carlos era emperador y señor natural de sus dominios europeos.
Por tanto, para él las costas italianas y las españolas tenían la misma impor-tancia.
Todavía no se había «hispanizado», pero sí lo había hecho su esposa, la
bella y culta Isabel de Portugal, que tuvo un gran protagonismo político al
sustituir al emperador en sus frecuentes y largas ausencias de España. Ella fue
la principal artífice de la «hispanización» de Carlos V y se convirtió en la
abogada de los intereses españoles, por lo que no estuvo de acuerdo en
242 Agosto-septiembre