450 ANIVERSARIO DE LA BATALLA NAVAL DE LEPANTO
de Mar. Si bajamos Cataluña hacia el Sur, nos encontramos con Castellón,
Valencia y Gandía con sus respectivos graos; Pilar de la Horadada y Torre de
la Horadada; Mazarrón, Motril y Sóller con sus puertos respectivos. La isla
de Formentera, la tierra española más cercana a Argel (135 millas), estuvo
despoblada unos 200 años, e incluso Felipe II, antes de Lepanto, llegó a consi-derar
la evacuación de Baleares.
Una idea de esta intensidad hostigadora son las numerosas alarmas de
«moros en la costa» en el litoral de Cartagena, que en algunos años ascendió a
un centenar de avistamientos y donde todavía perdura una significativa conse-cuencia:
el traslado de su obispo a la ciudad de Murcia. Un cronista de la
época, Gerónimo Hurtado, nos lo explica así: «La cabeza de este obispado es
Cartagena y allí estaba la Catedral y el papa Inocencio V les dio indulgencia
para pasarla a la ciudad de Murcia donde está ahora, por el peligro de moros
de tierra y mar».
España vuelve los ojos al Mediterráneo. El ataque español contra Argel
de 1775
Con la llegada de los Borbones, España volvió los ojos al Mediterráneo,
intentando recuperar los territorios perdidos por el Tratado de Utrecht. En
1732, se reconquistaron Orán y Mazalquivir, perdidas en 1708 durante la
Guerra de Sucesión. Y a mediados del siglo XVIII, el marqués de la Ensenada,
al conocer los éxitos de mallorquines e ibicencos que por su cuenta perseguían
a los berberiscos con gran valor y eficacia utilizando las mismas embarcacio-nes
de los argelinos, introdujo el jabeque en la Armada e incorporó como
teniente de navío en el Cuerpo General al patrón Antonio Barceló, quien por
su valor y liderazgo llegaría a teniente general.
Carlos III decidió poner fin al mal endémico de la piratería. Así en 1775,
marchó contra Argel la poderosa escuadra de Castejón, transportando un cuer-po
de desembarco de 20.000 hombres del general O’Reilly que terminó en un
completo fracaso, con 5.000 bajas, incluidos cinco generales muertos y quince
heridos. Y el desastre no fue mayor por los jabeques de Barceló, que con sus
fuegos hicieron fracasar las cargas de caballería que atacaban al ejército en
retirada.
El Tratado de Paz hispano-turco
Durante el último tercio del siglo XVIII, uno de los objetivos de los sucesi-vos
gobiernos españoles fue la normalización de las relaciones con los países
musulmanes del norte de África, motivada por el deseo de una estabilidad
comercial, junto con la voluntad de acabar con el secular problema de los
252 Agosto-septiembre