450 ANIVERSARIO DE LA BATALLA NAVAL DE LEPANTO
ron al emperador, sin éxito, que desistiera de la operación pues, además del
clima desfavorable, Argel había fortificado la costa.
En la amanecida del domingo 23, amainó el temporal y se desembarcó a
pocos kilómetros de Argel. Las tropas tuvieron que vadear un largo trecho con
el agua a la cintura, portando sus armas, impedimenta y víveres para tres días.
Al mediodía casi toda la tropa estaba en tierra, pero arreció el temporal, impi-diendo
el desembarco del material pesado, los caballos y los víveres.
El lunes los imperiales comenzaron su avance, hostigados por jinetes
magrebíes, divididos en tres grupos. Los españoles en vanguardia; en medio,
el propio emperador, con los alemanes mandados por el duque de Alba, y por
último los italianos, acompañados por 400 caballeros de Malta.
La ciudad estaba bien fortificada pero contaba con pocas tropas, unos 800
turcos y unos 5.000 moros y moriscos españoles. Los servicios de espionaje
habían informado de que al comenzar el ataque muchos esclavos se rebelarían
contra sus amos, pero el asalto se fue retrasando por falta de artillería de
asedio y herramientas de escalada.
Empeoró el tiempo, con lluvias torrenciales y vientos huracanados, que
derrumbaron las tiendas de campaña, embarraron el suelo y las tropas pasaron
la noche sin resguardo. Al día siguiente el clima iba a peor, y los argelinos
hicieron una salida de contraataque. Se libraron violentos combates, pero las
tropas del emperador consiguieron establecer el sitio y confiaban en asaltar la
ciudad.
El 24 y 25 de octubre se recrudeció el temporal, que originó el naufragio
de 150 naves cargadas de víveres, municiones y caballos. Las tripulaciones de
las naves naufragadas fueron pasadas a cuchillo por los argelinos. Muchas
consiguieron salvarse arrojando al agua la artillería y otros elementos pesados.
Doria reunió las embarcaciones supervivientes y las llevó al abrigo de un
fondeadero.
Un consejo de generales decidió levantar el sitio y reembarcar, lo que fue
aceptado por el emperador. Las tropas españolas protegieron la retirada. Una
vez Carlos V a bordo en las naves de Doria, Hernán Cortés le pidió que le
asignara tropas para asaltar Argel, pero este no aceptó la propuesta.
Durante el reembarque, que se terminó precipitadamente al volver a
empeorar el tiempo, se tuvieron que tirar los caballos al agua. Algunas naves
se estrellaron contra la costa y las supervivientes se dispersaron, unas a Orán,
otras a Italia, Cerdeña o España. Las galeras de Doria, en las que iba Carlos V,
recalaron en Bujía, donde permanecieron 20 días. El 23 de noviembre amainó
el tiempo y se dirigieron a Portus Magnum, actual bahía de San Antonio de
Ibiza, y posteriormente a Cartagena, donde llegaron a primeros de diciembre,
pudiéndose verificar que el emperador seguía con vida, pues se había difundi-do
el rumor de que había muerto en el ataque de Argel.
Para Carlos V el mar Mediterráneo fue secundario y la política que siguió
fue discontinua; solo se lo tomó en serio cuando se puso al frente de dos expe-
2021 245