Creemos que este fue el primer contacto establecido con
España para ser informada sobre la organización de un posi-ble
servicio postal aéreo con las grandes ciudades españolas
cuando se restableciera la paz. En cuanto al interlocutor fran-cés
en la entrevista celebrada en Madrid, fue un destacado
miembro de la industria aeronáutica francesa, componente
de la Comisión de Aviación Civil en ese momento muy activa
y por lo tanto buen conocedor del proyecto.
Respecto a la cita que se hace de José Francos Rodrí-guez6,
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recordar que este fue titular de los ministerios de
Instrucción Pública, Gracia y Justicia, alcalde Madrid en dos
ocasiones y otros puestos de responsabilidad en los gobier-nos
de Alfonso XIII. Durante la entrevista de febrero de 1917
estaba encargado de la dirección de Correos y Telégrafos.
A lo largo del año 1918 se generalizaron en Europa los en-sayos
oficiales de líneas aéreas postales. Países como Italia,
Holanda, Suiza, Grecia creyeron en el nuevo medio de trans-porte
y por supuesto Francia, que había apostado por la im-plantación
del enlace aéreo postal (y de pasajeros) de París
con las más importantes capitales de su entorno, entre otras,
Berlín, Bruselas, Londres y Roma. En el colmo de la imagi-nación
desbocada, se llegó a especular con la descabellada
idea del cruce del Atlántico por aire con vuelos comerciales
que marcarían el verdadero comienzo de la aviación comer-cial
en el mundo. Una idea disparatada en aquel momento
que no tardaría en hacerse realidad.
Pero quedaban muchos problemas por resolver. Los Es-tados
comprometidos debían obtener los fondos necesarios
para afrontar la responsabilidad de crear una adecuada red
de aeropuertos y servicios requeridos para el desarrollo del
tráfico aéreo y la permanente mejora del material volante. Por
otra parte, había que convencer al capital privado para que
se arriesgara en un negocio7, en el que lo único garantizado
era el requerimiento de una extraordinaria inversión.
Estaba además el problema de la internacionalización del
tráfico aéreo que obligaba a desarrollar un reglamento que,
elaborado conjuntamente, fuera aceptado por los países sig-natarios.
En el mes de junio se creó en Francia una Comisión
Interministerial de la Aeronáutica dependiente del Ministerio
de la Guerra y poco después se iniciaron los contactos para
celebrar una gran Conferencia en la que, reunidas las Poten-cias
vencedoras y otras invitadas, se llegara a un acuerdo
para facilitar la materialización del proyecto.
Primeras líneas aéreas
Tras la Gran Guerra y aceptadas las condiciones del Ar-misticio
por Alemania, en junio de 1919 se firmó el Tra-tado
de rendición en Versalles. En cuanto al futuro de la
aviación, que tanto plomo y fuego había soportado durante
la contienda, se daban las condiciones óptimas para afrontar
un proyecto en el que, beneficiándose de las extraordinarias
mejoras experimentadas en el material, estableciera un nue-vo
rumbo ante un futuro prometedor.
Sin pérdida de tiempo, una de las primeras medidas que
las Potencias vencedoras adoptaron en el campo de la ae-ronáutica,
fue la convocatoria de la que se denominó Confe-rencia
Internacional de Navegación Aérea8 (CINA), firmada en
París el 13 de octubre de 1919, a la que no fueron invitados
los países que habían permanecieron neutrales durante la
contienda. El Convenio resultante fue el instrumento que
aportaría el soporte legal y técnico, para la creación del tráfi-co
aéreo comercial que se desarrolló imparable. Algunas em-presas
iniciaron las operaciones antes de la firma del CINA.
En cuanto a la primera compañía europea que tuvo el ho-nor
de establecer servicios regulares de pasajeros, hay ver-siones
distintas. Fuentes alemanas aseguran que la Deutch
Luft-Reederei9 (DLR), pasa por ser la compañía aérea euro-pea
más antigua, el 5 de febrero de 1919 realizó su primer
vuelo inaugural, Johanistal–Berlín, transportando correo y
periódicos y, el día 10, lo hizo con pasajeros en aviones AEG
J-II. A lo largo del año la DLR estableció vuelos entre Berlín y
ciudades importantes como Frankfurt, Hamburgo, Leipzig y
Weimar operando con el material de vuelo citado.
El 25 de agosto de 1919 la compañía Air Transport and
Travel inauguró el primer vuelo regular entre dos países alia-dos,
Londres (Hounslow) y París (Le Bourget), con material
De Havilland y Handley-Page. Por su parte, Francia no faltó a
la cita con la apertura del tráfico aéreo comercial y, aquel
mismo año, seis nuevas compañías aparecieron en el merca-do
aeronáutico: Aéronavale, Messageries Aériennes, Grands
Express Aériens, Lignes Farman, Messageries Transaérien-nes
y Latécoére.
Inauguración de la línea Londres – París (Foto L’Aérophile, septiembre
1919)
Propaganda línea Messageries Aériennes (Foto L’Aérophile, septiembre
1919)