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En este momento, antes de iniciarse el vuelo, es conve-niente
matizar alguno de los datos difundidos por los pe-riódicos
en aquel enero de 1936 y que en informaciones o
estudios posteriores se fueron sabiendo.
Asturiano de nacimiento
Antonio Menéndez Peláez no nació en Cuba, sino en San-taloya
(nombre con que localmente se conoce a Santa
Olaya), parroquia de Riberas, en el concejo de Soto del Bar-co
(Asturias) el 4 de diciembre de 18984, hijo de Manuel y de
Rafaela («Faela»). Santolaya era y es un pequeño pueblo con
casas de piedra que actualmente tiene 40 habitantes. Asistió
a la escuela de Peñaullán. En esa época, tanto Asturias co-mo
Soto del Barco eran zonas propensas a la emigración, a
«hacer las Américas», como se decía. Tanto su padre como
su tío José, habían emigrado a Cuba. En ausencia del padre,
esta figura la ejercía, como era tradicional, el hermano ma-yor,
Urbano. Este se desesperaba de verle volver a casa, día
tras día, calado por bañarse en el río Nalón. Cuando tenía 14
años, su madre, «Faela», decidió que si el guaje tenía edad
para bañarse en el Nalón, también la tenía para ir a trabajar
a Cuba. Escribió a su marido contándole su intención de en-viarle
a Cuba y le subió en un barco en el Musel (puerto de
Gijón) con aquel rumbo, para que colaborara en la maltrecha
economía familiar y madurara. Otro adolescente asturiano
que atravesaba el Atlántico con su pobre maleta y un incierto
futuro.
En la isla se vio arropado por la «emigración asturiana»,
una pequeña sociedad unida por la procedencia común. Se
instaló en la provincia de Cienfuegos. Comenzó trabajando
en el comercio con su tío José, pasando por infinidad de em-pleos
como dependiente de bodega, chofer de coches de al-quiler,
mecánico, fogonero y mecánico en una fábrica de
azúcar. Cuando tuvo algunos ahorros adquirió una barca y
se dedicó inicialmente a la distribución de leche y, después
de comprar una barca mayor, al transporte de pasajeros en
la bahía de Cienfuegos.
Algo inesperado le unió a la aviación: el piloto norteame-ricano
Lundy visitó Cienfuegos para realizar algunas exhibi-ciones.
Antonio consiguió entablar amistad con él y realizó
varios vuelos de pasajero en su avión.
Cubano por la aviación
Sus amigos contaron que mucho antes de esos vuelos,
Antonio había manifestado el sueño de hacerse aviador,
pero con aquella experiencia tomó la firme decisión de ser
piloto.
WACO MODELO 10
El Waco modelo 10 fue un biplano estadounidense con
cabina abierta de tres plazas desarrollado por Advance
Aircraft Company (más tarde Waco Aircraft Company) que
se fabricó entre 1927 y 1933.
Envergadura: 9,32 m
Longitud: 7,16 m
Peso en vacio: 545 kg
Peso cargado: 920 Kg.
Motor: Curtis OX-5 de 90 hp
Velocidad máxima: 156 km/h
Velocidad de crucero: 155 Km/h.
Velocidad de pérdida: 60 Km/h.
Alcance: 610 Km/h.
Cartel publicitario de Antonio Menéndez para vuelos con el Walco
En esos años no había en Cuba ninguna escuela civil de
pilotos, por lo que tendría que recurrir a centros europeos o
norteamericanos. Un viaje a Europa era impensable por mo-tivos
económicos, por lo que, aconsejado por Lundy, eligió
la Lincoln School de Chicago de aviación comercial y como
Menéndez tenía la ciudadanía española, le resultaría casi im-posible
viajar a los EE. UU., por lo que a finales de 1927 de-cidió
cambiar su nacionalidad a la cubana para aprovechar
las facilidades que le otorgaba su nuevo pasaporte.
Una vez obtenido el título de piloto en un curso de seis me-ses,
compró un pequeño avión, un biplano Waco modelo 10
de tres plazas en tándem, que llevó en vuelo a La Habana sin
problemas, su primer raid. En 1929, con esta avioneta puso
un servicio de aerotaxi en Cienfuegos, para seguir haciendo
con el avión lo mismo que antes realizaba con la barca de
pasajeros.
En 1929 Jiménez e Iglesias con el Jesús del Gran Poder
pasaron por Cuba. Menéndez estaba inmerso en los prepa-rativos
de su empresa y no pudo asistir al recibimiento dis-pensado
a los pilotos. Se limitó a seguirlo por los periódicos
y se entusiasmaría por el vuelo como todos los cubanos,
incluso más teniendo el virus del vuelo insertado en el alma.