aviación, cuando nadie se podía ima-ginar
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lo crucial que sería para nuestra
sociedad. La idea inicial de alojar en su
pedestal todos los nombres de los hé-roes
fallecidos en accidentes aéreos da
muestra de aquella inexperiencia. Rápi-damente
la aviación se volvió indispen-sable,
y en su progreso hizo inoperativa
la idea inicial de esculpir el nombre de
cada víctima.
En el monumento se siguen realizan-do
los actos oficiales, las ofrendas a los
caídos y sigue en vigor el mensaje, per-durando
su espíritu, en un lema invisible
que ha sido al mismo tiempo homenaje
al pasado, memoria del presente y guía
de la aviación: honrar a los muertos
con la lectura valerosa y triunfante. La
muerte no es el fin de un piloto ni de la
aviación, es un sacrificio que llevará a la
victoria y al conocimiento.
NOTAS
1 La Vanguardia, Barcelona, año XXXVII, n.º 16
388, 26 de junio de 1918, 11.
2 DERRY, T. K., WILLIAMS, T. I. (1990): Historia
de la tecnología, S.XXI editores, 233.
3 Podemos mencionar el mito de Dédalo y su
hijo Ícaro y como ambos escaparon del Laberinto
del Rey Minos gracias a unas alas de plumas
y cera, o el ritual de los «hombres voladores»
mexicanos, provenientes de la mitología azteca.
También el uso de mecanismos como el desarro-llado
por Abul Kasim Abbas Ben Firnás en el 875
d. C. o Diego Marín Aguilera en el siglo xviii algo
toscos o los más eruditos de Leonardo da Vinci a
mediados del siglo xv. Más información: MARTÍN
PORTA, C. (2006): Orígenes de la aviación 3500
a. C hasta 1903, Madrid: Asociación de Amigos
del Museo del Aire.
4 SÁNCHEZ SERRANO, A., La Conquista del
aire, 1909-1911. los inicios de la aeronáutica en
España, Catálogo de la exposición celebrada
en Centro Conde Duque del 13 de diciembre de
2017 al 4 de marzo de 2018, 47.
5 Benito Loygorri y Alfonso de Orleans-Borbón
en 1910 consiguieron su Brevet que les acredita-ba
como pilotos civiles. YANIZ VELASCO, F., DE
MONTOTO Y DE SIMÓN, J. (2011): La huella de
cien años de la Aviación Militar española, Madrid:
Ministerio de Defensa, 48.
6 Destacaremos la obra de Gaspar BRUNET
VIADERA cuyas obras teóricas de hacia 1910-11
eran referentes en el panorama español. Profesor
de la Escuela de Ingenieros Industriales de Bar-celona,
fue sin duda uno de los mejores conoce-dores
de la aeronáutica a principios del siglo xx,
llegando a fabricar el primer aeroplano que voló
en España: el Olivert-Brunet.
7 PERMUY LÓPEZ, R. (2018) «El desarrollo
de la aviación militar 1911-1936» en VV. AA.,
La aviación militar española, de los pioneros al
poder aeroespacial, Madrid: Ministerio de De-fensa,
39. Para una mayor profundización en
este aspecto: GONZÁLEZ-BETES, A., RODRÍ-
GUEZ, J., RUBIO, R. (2003): Los primeros vue-los
y aeródromos en las capitales españolas,
Madrid: Lunwerg.
8 Ibidem. Acerca de los grandes Raids de la
aeronáutica española: AA. VV. (1983): Grandes
vuelos de la Aviación española, Madrid: Espa-sa-
Calpe.
Acto de inauguración del Monumento en su nuevo emplazamiento en diciembre de 1996. Fotografía
tomada de CARRERO GARCÍA, F. (1996): «El monumento del Ejército del Aire de la Plaza de la
Moncloa» en Aeroplano, Madrid: Ministerio de Defensa, 154
9 Gaceta de Madrid, Madrid, n.º 60, 1 de marzo
de 1913, 538.
10 MOLLÁ AYUSO, L. (2017): «La situación de
la Aviación Naval en el mundo y las enseñanzas
de la Gran Guerra», en AA.VV., Mar de alas, Ma-drid:
Ministerio de Defensa, 23.
11 Esta primera flota estaba compuesta por
dos biplanos Farman de 70 CV y uno de 80 CV
que carecían de doble mando, lo que hacía que
el profesor no pudiera tomar los mandos en caso
de descontrol de la máquina.
12 Ya había líneas aéreas civiles y comercia-les,
en especial en lo que a servicios postales
se trataba (correo aéreo). Estas estaban en un
primer momento en manos de empresas extran-jeras,
que acapararon esa actividad (la francesa
Latéccoère y STASO). Hubo un profundo debate
sobre la necesidad de adjudicarlo a una empresa
nacional, sin depender de capital extranjero, y
aunque la implantación en España del servicio
postal aéreo se reguló por Real Decreto de 17 de
octubre en 1919, sería ya a principios de 1921
cuando se creara la C.E.T.A. (Compañía Española
de Tráfico Aéreo). UTRILLA, L., OLLER, J., His-toria
del transporte aéreo en España: Madrid,
2017; para completar esta visión de la aviación
civil se recomienda la reciente exposición Iberia
90 años, Historia de la Aviación Civil en España,
realizada en Centro Cultural Conde Duque del 19
de octubre al 3 de diciembre de 2017, donde se
desarrollaron estos aspectos.
13 Surgirán varias Reales Órdenes (R.O.) que
intentan poner solución. Destacaremos la R.O.
de 7 de marzo de 1911 y la R.O. de 1 de marzo
de 1913.
14 El Heraldo de Madrid, Madrid, año XXIII, n.º
7 882, 30 de junio de 1912, 1.
15 La Mañana, diario independiente, Madrid,
año IV, n.º 850, 10 de abril de 1912, 1.
16 Hojas Selectas. Revista para todos, Barcelo-na,
año XI, n.º 121, noviembre de 1912, 753.
17 SANTOS DUMONT, A. (1904): Dans l’air,
París: Librairie Charpentier et Fasquelle, 35
18 La Correspondencia Militar, Madrid, año
XXXVI, n.º 12 412, 28 de junio de 1912, 2.
19 Quizá la inclusión de un cinturón de seguri-dad
o un paracaídas habrían evitado su muerte.
Aunque el uso del paracaídas se remonta a la
Edad Media, su uso sistemático en los aviones no
se hará efectivo hasta marzo de 1918, cuando se
declaró reglamentario en Francia. Más informa-ción,
BOURDON GARCÍA, C. (2000): Paracaidistas
de aviación, Madrid: Fundación Don Rodrigo.
20 Diario de sesiones del Congreso de los Di-putados,
n.º 154, 4 de julio de 1912, 3. También
se comunica que se otorgará un ascenso póstu-mo
a comandante al fallecido.
21 Gaceta de Madrid, n.º 208. 27 de julio de
1918, 266. Era necesario destacar que la avia-ción
no era una empresa sencilla y que los pilo-tos
eran personas que arriesgaban su vida por el
bien de la sociedad y del progreso.
22 REYERO HERMOSILLA, C. (1999): La es-cultura
conmemorativa en España. La edad de
oro del monumento público, 1820-1914, Madrid,
Cátedra, 65.
23 FERNÁNDEZ DE LA TORRE, R. (2003):
Crónica del Madrid Aeronáutico, Madrid: Lunw-erg
editores, 157.
24 CARRERO GARCÍA, F. (1996): «El Monumen-to
del Ejército del Aire de la Plaza de la Moncloa»
en Aeroplano, Madrid: Ministerio de Defensa,
147-148.
25 La obra, con número de inventario MAA
3724, fue parte de un conjunto más complejo
compuesto por una lápida de mármol blanco
con los nombres de los pilotos fallecidos. En los
extremos, las armas del cuerpo de Aeronáutica
(estrella y hélice en las esquinas superiores, ancla
y timón en las inferiores). Coronando la lápida, un
frontón clásico y en el centro el conocido como
«Rokiski», emblema de la aviación. Sobre este
conjunto, se situaba este bronce fundido por
Hermanos Codina en 1922 y compuesto por dos
figuras de pie, una femenina acogiendo a otra
masculina yacente. La figura masculina está con
los brazos extendidos y está apoyada sobre el
brazo derecho de la figura femenina, que presen-ta
corona mural, parte del Rokiski (reinterpretado
como un halo) y espada en la mano derecha. En
la base, estas figuras se apoyan en una hélice
bipala fragmentada y rama de laurel. Llegó al
museo a finales de los años noventa, descono-ciéndose
por el momento más datos.
26 Ibidem, 149.
27 HERRERA ALONSO, E., (1983): el primer
Raid de la Aviación Militar española: Melilla –
Santa Cruz de Tenerife, en Grandes vuelos de la
Aviación española, 69.