33
electoral12 se había prohibido que aviones militares españo-les,
por cortesía, despegaran para dar la bienvenida al avión
cubano, como era costumbre.
Abrazos, vítores, discursos, desfile, almuerzo en su honor,
entrevistas, no voy a detenerme en esta parte, solo señalar
un párrafo del discurso de bienvenida que dio el alcalde de
Sevilla: «Tenéis un poco del alma de Barberán y Collar; por
eso Sevilla os recibe con entusiasmo y emoción, y esto lo
disputo como feliz augurio de vuestro porvenir. Sevilla, con
mi abrazo efusivo, os abraza» y la respuesta de Antonio Me-néndez,
que se mantuvo siempre parco en palabras e iría re-pitiendo
una y otra vez a lo largo de su estancia en España
señalando que su vuelo no tenía más valor que el pago de
una deuda de gratitud que Cuba tenía con España, por las
visitas a la isla de pilotos como los malogrados Barberán y
Collar y anteriormente de Jiménez e Iglesias.
Era el 14 de febrero, San Valentín, Menéndez puso un tele-grama
a su novia en Cuba que dio a los periodistas para mu-chas
especulaciones, pero nunca se llegó a saber el
contenido. El resto, centenares de banquetes, visitas a luga-res
emblemáticos, una calle roturada con el nombre «Cuatro
de Septiembre», recepciones e imposiciones de condecora-ciones
se fueron sucediendo, incluso su ascenso a teniente
llegado desde Cuba. La misma dinámica que seguiría duran-te
toda su estancia en España; pero quiero destacar algo que
a primera vista podría parecer anecdótico y es un telegrama
de la colonia española en Camagüey al alcalde de Sevilla
(que se hizo público) rogándole felicitara en su nombre a su
compatriota asturiano. A partir de ese momento Menéndez,
en España, comienza a ser asturiano a los ojos de periodis-tas
y españoles. En los periódicos es nombrado como hispa-no-
cubano, se dan detalles de su pueblo de nacimiento y se
entrevista a su familia. «Como el guaje no venga a verme soy
capaz de ir yo donde esté», dice la madre. Por su hazaña hu-biera
sido considerado como héroe, como intrépido, como
valiente, pero la efusividad es otra cosa y la logró.
Tras un apretado programa de actos en Sevilla y San Fer-nando,
visitando igualmente los lugares colombinos, el día
21 de febrero partió hacia Cuatro Vientos. Parecía que las
malas condiciones meteorológicas iban a impedir ese vuelo,
pero Menéndez lo emprendió acompañando a un trimotor de
la L.A.P.E. (pilotado por Corretillo). El vuelo duró dos horas y
cuarto gracias al continuo viento de cola.
Debido al mal tiempo, en Madrid no se esperaba que
Menéndez volara ese día. Cuando desde Tablada se re-cibió
la comunicación de que el «Cuatro de Septiembre»
estaba en el aire, comenzó a sonar el teléfono y empeza-ron
a acudir a Cuatro Vientos los coches con las autori-dades
y representantes designados. Estaban, entre otros,
el representante del ministro de Estado, Sr. Aguinogo, el
ministro consejero de la embajada de Cuba, Sr. Pichardo;
el inspector general del Ejército, general Rodríguez del
Barrio; el director general de Aeronáutica, general Núñez
de Prado; el jefe de Aviación Civil, Sr. Leceo; el jefe de la
Aviación Naval contralmirante Fontela; el jefe del aeródro-mo,
comandante Fernández Mulero; el jefe del aeródromo
de Getafe, teniente coronel Buroaga; dos concejales del
Ayuntamiento de Madrid y otro de Carabanchel; la ofi-cialidad
de Cuatro Vientos; representantes de la colonia
cubana en Madrid; periodistas y mucho público. Entre los
asistentes podemos señalar al ilustre inventor Juan de la
Cierva y al piloto que también había sobrevolado el Atlán-tico
un año antes Ignacio Pombo. Tal vez la lista parezca
larga, pero da idea de la solemnidad y protocolo que se
quiso dar al recibimiento. Cuando por fin Menéndez Pe-láez
aparece en el horizonte y toma tierra en la pista en-charcada,
comienzan las felicitaciones del general Núñez
de Prado en representación del Gobierno y se siguió con
la misma formalidad en el desfile de la tropa en su honor,
hasta que en medio de vítores y bravos el teniente Menén-dez
fue subido a hombros como si fuera un torero.
Desfile en honor de Menéndez en Cuatro Vientos (foto Aviación y Deportes)
Antonio Menéndez paseado a hombros en Cuatro Vientos (foto Ahora)
El público se arremolina alrededor del Sirius en Cuatro Vientos (foto Aho-ra)