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Jerez, a consecuencia de los nuevos arbitrios municipales,
que desembocó en una huelga general los mismos días de la
fiesta de aviación.
Aunque la fiesta se retrasó para julio, el 28 de junio se supo
de la cancelación definitiva de los festejos aeronáuticos.
El 3 de noviembre de 1915, llegaron al puerto de Cádiz, las
dieciséis grandes cajas, que contenían los seis hidroaviones
JN-25 que adquiridos en Estados Unidos, eran enviados por
ferrocarril a Cartagena para la base de Los Alcázares.
Alberto Bayo acudió a la playa de la Victoria en 1920 con
un aeroplano Caudron para realizar bautismos aéreos sobre
la ciudad. Asimismo los días 21 y 22 de agosto de ese mis-mo
año, Bayo fue contratado para efectuar cinco vuelos dia-rios
en el Puerto de Santa María, obligándose por contrato a
«efectuar ejercicios de acrobatismo aéreo».
En la década de los años 20, los hidroaviones tenían pre-ponderancia
sobre los aviones terrestres y es en marzo de
1929 cuando se abre al tráfico aéreo oficial y particular para
la hidroaviación el puerto marítimo y la bahía de Cádiz.
Raid Larache – Gran Canaria
Aprovechando la relativa calma de las operaciones de
la guerra de África, en 1923, se decidió realizar el pri-mer
raid de la Aviación Militar española. El objetivo era
llevar las alas españolas a nuestras tierras más alejadas
de la Península, las islas Canarias. Se destacó al capitán
Díaz Sandino para elegir los terrenos más apropiados para
que aviones terrestres pudieran aterrizar en Gran Canaria
y Tenerife. Se estimó que los aviones que mejor podrían
realizar el viaje serían los tres Breguet XIV A-2, bautizados
Tenerife, Archipiélago Canario y Gran Canaria, aviones
que años antes habían sido donados por el pueblo cana-rio.
Como hidro de acompañamiento se eligió un Dornier
Wal, bautizado «María Antonieta». El raid sería desde La-rache
a Tenerife, aunque los aviones pertenecían a Melilla.
El capitán Ramón Franco pilotaría el hidro, el radiotelegra-fista,
sería el capitán Mas de Gaminde y los mecánicos,
cabo Mateo y soldado Panizo. El comandante Guillermo
Delgado Brackembury sería el jefe de la misión a bordo
del hidro en el que también volaría el fotógrafo Leopoldo
Alonso. Los aviones terrestres los pilotarían los capitanes
Martínez Esteve, Joaquín Pardo y el teniente Martínez
de Pizón, acompañados respectivamente por el teniente
Antonio Rexach, el capitán Félix Bermúdez de Castro y el
soldado mecánico Domingo Bosch.
El 3 de enero de 1924, Ramón Franco despegaba de Me-lilla
rumbo a Cádiz donde tenía que recoger al comandante
Delgado. Con muchas dificultades por el mal tiempo a las
12 horas 43 minutos amerizaba en Cádiz. Al día siguiente
intentó llegar a Larache, desde donde despegarían los avio-nes
terrestres para iniciar el raid, pero el mal tiempo obligó
a Franco a dirigirse a Ceuta. Dos días más tarde despe-garía
para dirigirse a Larache y al sobrevolar el aeródromo
de Auámara (Larache), le comunicaron por radio que los
tres aviones terrestres (Breguet XIV) habían despegado esa
mañana sin esperar al hidro, por lo que continuó hasta Ca-sablanca
en cuyo puerto amerizaba. Casi simultáneamente
los tres aviones terrestres aterrizaban en el aeródromo de
Casablanca.
El lunes 7, despegaban los aviones terrestres y el hidro
para dirigirse a Mogador, donde aterrizaban los cuatro avio-nes
a pesar de las dificultades del hidro en la toma de agua.
Seis días más tarde despegaban los aviones terrestres para
dirigirse a Agadir. Al día siguiente marcharon a Cabo Juby
desde donde darían el salto a Canarias. Por retrasarse el
hidro no pudieron salir hacia Gran Canaria hasta el día 17.
Sobrevolaron la ciudad de Las Palmas y se dirigieron hacia la
bahía de Gando donde cerca de la torre Faycal aterrizaban.
El hidro se dirigió al puerto de la Luz donde acuatizaba. El
día 21, al despegar el «Tenerife» cegado por la arena levanta-da
al despegar el Gran Canaria destrozó la cola de este avión
por lo que ambos quedaron averiados. Reparado el Tenerife,
pues el Gran Canaria no era posible recuperarlo en estas tie-rras,
junto cal Archipiélago Canario volaron hasta Santa Cruz
de Tenerife. En la toma de tierra en Arico (a 60 km de Santa
Cruz) uno de los aviones capotó y ante las dificultades de
su reparación en la isla se decidió dar por finalizado el raid.
Días más tarde el hidro despegó para Melilla donde llegó sin
novedad.
Aviones donados por el pueblo
El desastre de Annual, en 1921, creó en la conciencia de
los españoles un profundo dolor y una necesidad de
ayudar de alguna forma a los valientes compatriotas que lu-chaban
en Marruecos. Ayudas de todas clases se ofrecieron
para mejorar sus condiciones de vida, sanidad, alimentación,
etc. En este momento surgió una curiosa idea de un capitán
de la Guardia Civil, que consistía en que mediante colectas
en cada provincia se regalara un avión a la Aviación Militar
que luchaba en aquellas lejanas tierras. La propuesta tuvo un
éxito extraordinario y pronto pudieron adquirirse aeroplanos
donados por distintas provincias.
Como es lógico Cádiz quiso sumarse a dicha iniciativa y
el presidente de la Diputación, Joaquín Pérez Lila inició la
colecta, solicitando pronto la colaboración de «El Noticiario
Gaditano» para coordinadamente conseguir llevar a feliz tér-mino
el propósito. Finalmente el presidente de la Diputación
entregó a la comisión oficial Pro Aeroplanos un cheque por
valor de 153.000 francos con lo que se pudieron adquirir
tres aviones franceses Breguet XIV, que fueron amadrinados
por la infanta Luisa y entregados el 15 de enero de 1922 en
Tablada. Los aviones donados fueron bautizados con los
nombres de Cádiz I/ Alférez Lazaga (alférez de Marina, José
María Lazaga, nacido en San Fernando y fallecido heroica-mente
en Melilla en 1921); Cádiz II/Tte. Cor. Primo de Ribera
(teniente coronel de Caballería, Fernando Primo de Rivera y
Orbaneja, nacido en Jerez de la Frontera, caballero laureado
y fallecido heroicamente en el Monte Arruit) y Cádiz III/ Sol-dado
José Raposo (soldado José Raposo Pérez Gil, nacido
en Sanlúcar de Barrameda y fallecido heroicamente en la
guerra de Marruecos).
Años más tarde, de nuevo Cádiz es noticia en los periódi-cos.
Desgraciadamente en esta ocasión por motivos tristes,
ya que se informaba que día 11 de julio de 1929 cuando un
Breguet 19 pilotado por el capitán Ricardo Guerrero, volan-do
de Larache a Tablada al sobrevolar los montes de Tarifa,
un gran «bache» sacó del avión a sus dos pasajeros, capi-tán
de Infantería Alfredo Castro Miranda y teniente de Ca-ballería
Antonio Esquivias Salcedo, que al no llevar
Hidro María Antonieta que realizó el raid Larache-Canarias