tio donde honrarlos como héroes y per-petuar
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su memoria. En aquellos
momentos se estaban realizando en
Madrid un gran número de construccio-nes
de este tipo, de exaltación del pa-triotismo,
como el que homenajeaba al
cabo Noval, realizado por Benlliure y si-tuado
en la plaza de Oriente, o el del
general Vara de Rey, en la Avenida de
Barcelona22. La idea del monumento
que motiva este artículo, fue sugerida
por Ricardo Ruiz Ferry en 1912. Depor-tista
y editor de periódicos como el He-raldo
deportivo, Ferry llegaría a ocupar
la Dirección General de la Aeronáutica
Civil23 durante la Primera República. Su
propuesta fue recogida por el capitán
de Ingenieros Emilio Jiménez Millas ese
año, abriendo una suscripción a la que
prácticamente se suma toda la oficiali-dad
del Ejército, siendo la cuota máxi-ma
de una peseta. Alcanzada la cifra de
nueve mil pesetas, se cierra dicha sus-cripción
y se construye el monumento,
un mausoleo en honor a Bayo y una lá-pida
en recuerdo de los aviadores caí-dos
en el Cementerio de Carabanchel24.
Una parte de dicha lápida se exhibe ac-tualmente
en el Museo de Aeronáutica
y Astronáutica de Madrid25.
El monumento fue realizado de forma
altruista por Manuel Delgado Brackem-bury,
escultor y militar quien ostentaba
el grado de capitán26. Fue una persona
vinculada a la Aeronáutica Militar, ya que
su hermano Guillermo había sido el jefe
de la misión del primer vuelo histórico de
la Aviación en 1923, volando a bordo del
Dornier Wal, que acompañaba a los tres
Breguet XIV, de Melilla a Santa Cruz de
Tenerife27. Manuel nació en 1882 en la
localidad sevillana de Cabezas de San
Juan, estuvo residiendo en Barcelona,
donde fue discípulo del escultor Rafael
Atché28. Su estilo es claramente acade-micista,
con ciertos rasgos modernistas
e historicistas, influenciado por artistas
como Benlliure, Querol o Llimona. Como
escultor no obtuvo fama ni reconoci-miento
ya que, según los especialistas
«no hace aportaciones relevantes en la
estatuaria de su tiempo29».
No tuvo una trayectoria artística dema-siado
destacada, bien por su vertiente
castrense, que le ocupó gran parte de
su vida profesional, o por su desaho-gado
poder adquisitivo que hacía de la
escultura una afición. No obstante, de-beremos
destacar su participación en
el ornato del monumento levantado en
el Retiro a Alfonso XIII, así como varios
modelos escultóricos del Pabellón de las
Artes de la Exposición Iberoamericana
de Sevilla. En la década de los veinte,
esculpió La Ciencia y El Trabajo (actual-mente
en la Glorieta de Covadonga de la
capital hispalense). Ambos guardan una
gran relación con el monumento objeto
de estudio, tanto compositiva como es-tilística,
lo que nos lleva a establecer que
el grupo escultórico de Madrid, de 1910
o 20, podría ser el precedente de estas
obras posteriores30.
El Monumento a las víctimas de la
aviación militar y accidentes aéreos se
compone de dos partes con un signifi-cado
propio pero que se complementan
y enriquecen la idea que representan.
Estructuralmente, hablamos de un pe-destal
de caliza rectangular donde de-bían
colocarse los nombres y apellidos
de los fallecidos que habían ido produ-ciéndose
en el mundo de la aviación
militar. Con un total de cuarenta y dos,
siendo el último piloto que figura Carlos
Morenés y Carvajal, fallecido en 1922.
De este modo, dicha peana quedó sin
espacio físico donde seguir grabando
más nombres de pilotos, abandonándo-se
por tanto la idea31. Sobre este, se al-zó
un grupo escultórico realizado
también en caliza e integrado por tres
alegorías, así como unos motivos ico-nográficos
complementarios. De las
tres imágenes, destaca en altura la cen-tral,
que creemos representa al «Valor».
Se trata de una figura femenina de pie,
en posición frontal y vestida con túnica,
el brazo izquierdo pegado al cuerpo y el
derecho cruzado sobre el pecho, soste-niendo
en la mano una rama de laurel,
elemento que corona también su cabe-za.
Esta efigie, que evocaría una típica
matrona clásica contempla, con la ca-beza
ligeramente inclinada a la derecha,
una representación de un piloto.
Hermanos Codina Fundición, Monumento
a los primeros Aviadores caídos, 1922, bronce,
Madrid, Museo de Aeronáutica y Astronáutica
Mariano Benlliure y Gil, Monumento al heroís-mo
del cabo Noval, 1912, bronce y arenisca,
Madrid, plaza de Oriente
Cuadro con los nombres de los pilotos fallecidos esculpidos en el Monumento a las víctimas de Acci-dentes
Aéreos, elaboración propia