a La DeRiVa
(aDRiFT, Baltasar Kormákur, 2018)
El año pasado llegaba a nuestras pantallas
la última película del director islandés Baltasar
Kormákur, y lo hacía con pocas sorpresas,
dada la afición del realizador por este tipo de
filmes, como ahora veremos. Una cinta con
un nombre tampoco demasiado original. Para
el cinéfilo curioso, hay que decir que decenas
de películas se han titulado A la deriva, y que
de entre todas ellas sobresale casi la más antigua:
aquel magnífico documental de John
Grierson (Drifters, 1929) sobre la pesca del
arenque en aguas del Mar del Norte.
Con a la deriva, Kormákur vuelve al
género marítimo después de estar muy
presente en su carrera (Las marismas, The
Sea, The Deep,…), y lo hace con una trama
basada en la realidad; algo que también es
recurrente en el director escandinavo cuando
la citada The Deep (Djúpio, 2012) adaptaba
la increíble, pero verídica, historia de un
pescador que en 1984 sobrevivió a las aguas
heladas del sur de Islandia después de que se
hundiese su barco.
Casi simultáneos a los hechos que se
cuentan en The Deep, son los sucesos trágicos
que adaptan la obra de Tami Ashcraft,
«Red Sky in Mourning: The True Story of
Love, Loss, and Survival at Sea», testimonio
escrito que es la base de a la deriva. El libro
y la película narran cómo Tami (bien interpretada
por Shailene Woodley) conoce en
Tahití a Richard Sharp, un navegante solitario
del que se enamora. Ambos se embarcan en
el Hazaña, un velero de dos palos que deben
llevar a San Diego. En mitad del Pacífico les
sorprende el ciclón Raymond (la llamada
«tormenta más larga del Pacífico», que tuvo
lugar en octubre de 1983). Pronto, una enorme
ola engulle al barco. Richard cae al agua,
el pequeño bote amarrado en cubierta
también se suelta, y el barco da la vuelta con
Tami a bordo.
Con una estructura en flashback, truco de
guionista para que el filme enganche, la cinta
discurre en dos hilos temporales: uno en el
pasado, desde que la protagonista llega a
2019 977