TeMaS GeneRaLeS
Ese primer paso fundacional, a mitad de siglo, adoleció de madurez y solo
duró un par de años. La falta de perspectivas profesionales (instrucción de los
«artesanos» que habían de formar el Cuerpo, como objetivo de la Escuela, y la
opción a maestro de taller como máximo empleo), la escasez de medios didácticos
(humanos y materiales), la acumulación de actividades diarias (clases y
talleres) y el reducido número de aspirantes con cierta solvencia escolar (solo
dos alumnos al cabo de un año) llevaron en 1852 a replantearse las condiciones
(siete años de Escuela, supresión del acuartelamiento y formación externa
en talleres, entre otras) y objetivos (ingenieros maquinistas para la Armada y
hábiles operarios para las factorías de los arsenales). En definitiva, una nueva
reglamentación, complementada con el traslado a la antigua Escuela de Pilotos
(5), situada en el extremo norte del piso alto del Gran Tinglado del Arsenal
ferrolano.
Oficialmente reconocida la impracticabilidad de lo anterior, al año siguiente
se clausuró la Escuela, y tres más tarde, en 1859, se publicó un tercer reglamento
abocando a los candidatos a estudiar por su cuenta, además de limitarlos a
proceder de operarios de los talleres con cuatro años de oficio o fogoneros con
seis de embarque. Los componentes del Cuerpo, denominados ahora maquinistas
conductores de máquinas, se equiparaban en el empleo más alto a
primer contramaestre, sin perder por tanto su carácter subalterno.
en 1856 se construía en Cartagena un vapor para la armada, la goleta
General Liniers, por primera vez con maquinaria totalmente española, aportada
por el Taller nuevo Vulcano de Barcelona; y, otro de la misma clase,
botado en el mismo año y astillero, el Isabel Francisca, fue el primero en
montar la hélice como propulsor. Poco después, entre 1857 y 1864, fueron 13
las fragatas de madera construidas, a vela y vapor, ya con hélice incorporada.
Tantas decisiones erróneas e intenciones fallidas tuvieron como consecuencia
escaso número de personal español disponible (se abrió la mano a procedentes
de la Marina Mercante, ferrocarriles o talleres del Estado) para suplir a
los maquinistas extranjeros, cada vez más complicados de encontrar con la
aptitud requerida para ser contratados. Por ello, en una nueva normativa se
hizo patente la necesidad de articular la existencia de un Cuerpo específico,
acorde con la funcionalidad exigida y esperada. Como decía el preámbulo del
Reglamento de 1863 refiriéndose a los maquinistas, «de su voluntad, pericia y
corazón depende la suerte del buque, la vida de los que lo tripulan y hasta la
honra del pabellón que enarbola… deben ser atendidos, remunerados y considerados
». Todo un canto de reconocimiento y esperanza.
(5) Extinguidos en 1846.
854 Junio