188 CARLOS GONZÁLEZ ROSADO
A este respecto, el 29 de julio de 1923, ante la Comisión de Responsabilidades
del Congreso, el coronel José Riquelme y López-Bago expuso
lo siguiente:
En aquellas circunstancias casi todos los elementos de la Policía estaban
en línea avanzada, donde se les tenía siempre concentradas para operaciones,
porque eran las fuerzas de choque. No había más que un grupo de Regulares
en todo el territorio y forzosamente la Policía, compuesta de tropas indígenas,
llevaba el peso y estaba concentrada en las líneas avanzadas meses y
meses. Se las llevaba a ocupar posiciones y luego, por el temor a los ataques
y a las reacciones del enemigo, se las tenía allí, concentradas largo tiempo,
con grave daño para la información en el territorio y para la obra de consolidación
política de la zona sometida, porque quedaban en la kabila escasos
oficiales de Policía que estuvieran al tanto de la situación y escasas fuerzas
para la seguridad de los caminos. (De Mesa Gutiérrez, 2018, págs. 163-164).
Tampoco quiere esto decir que todos los policías volvieran sus armas
contra los españoles, pues muchos permanecieron leales y otros se limitaron
a regresar a sus hogares para poner a salvo a sus familias, tal fue el caso de
los que guarnecían los puestos de Farhana, Sidi Musa, La Restinga, Zoco
el Arbaa o Cabo de Agua, a cuyo amparo se acogieron policías de otras
posiciones, presentándose unos y otros a las autoridades españolas una vez
la situación se había calmado para seguir sirviendo a España. (De Mesa
Gutiérrez, 2018, pág. 163).
También en el transcurso de las operaciones de 1920 y 1921, organizadas
por los capitanes de la Policía Indígena, se contó con varias harcas
amigas para que cooperasen con las tropas españolas, así, en diciembre de
1920, se contó con la harca de Tafersit; en junio de 1921 con la del caíd
Melali en los intentos de socorro de Igueriben; y, en julio y agosto, con las
harcas de las cabilas de Ulad Settut y Beni Bu Yahi tras la caída de Annual
y Monte Arruit, además de con los servicios del caíd Abd-el-Kader, quien al
mando de la harca de Beni Sicar, única cabila que permaneció leal a España,
combatió una vez más al lado de los españoles, en esta ocasión conservando
las alturas del Zoco El Had, cuya defección hubiese resultado fatal para la
defensa de Melilla.
Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla n.º 2
En lo que al Grupo de Regulares de Melilla se refiere, en 1921 era
junto a las mías de Policía Indígena la única unidad indígena que operaba en
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2021, pp. 188-212. ISSN: 0482-5748