LA ESPAÑA DE 1919-1923 Y SU PROTECTORADO EN MARRUECOS 31
b) La crisis política: la monarquía de Alfonso XIII a la deriva
El debilitamiento institucional y la asimetría creciente entre la España
real y la España oficial venían acentuándose desde antes de la Gran Guerra.
El asesinato de Canalejas, en noviembre de 1912, dejó sin timonel al partido
liberal y encalladas las esperanzas reformistas que el político ferrolano había
intentado llevar a la práctica. A partir de entonces ni Romanones, ni García
Prieto, ni Alba lograrían cohesionar las filas liberales. Algo semejante
ocurrió en el seno del partido conservador con el desencuentro entre Maura
y el rey, iniciado en 1909 y agravado en 1913. La ruptura del partido conservador
dio lugar a diversas facciones, encabezadas por algunos políticos
notables, sin duda, como Dato, y otros que llegarían más tarde a la cabecera
del Consejo de ministros, al frente de un conservadurismo dividido.
Otras “soluciones” reformistas, al margen de los viejos partidos, tampoco
consiguieron movilizar el apoyo social suficiente y la situación llegó
a la crisis del verano de 1917, con la huelga general revolucionaria; la insurrección
del catalanismo más radical y la división en el seno del Ejército
entre “junteros” y “africanistas”. La crisis social, como telón de fondo, a la
que dedicaremos algunas páginas, y la falta de respuestas a las demandas
de regeneración política, convertían a los gobiernos en meros instrumentos
para aferrarse al poder, sin horizontes de mayor alcance.
En este sentido el embajador de Francia informaba a su gobierno, de
forma clara y acertada, que el régimen parlamentario introducido en España
por la Restauración borbónica había perdido toda suerte de prestigio.
Era ya una religión sin creyentes, una iglesia vacía. El falseamiento de la
representación y la disolución de los partidos demostraba que el sistema
parlamentario no funcionaba. El “taifismo” impedía lograr una mayoría suficiente
para gobernar, la indiferencia y el sometimiento de los más, con
la oposición violenta de los menos, hacían inviable el adecuado funcionamiento
institucional. Faltos de los apoyos necesarios en el Parlamento,
los sucesivos gobernantes recurrían al cierre de las Cámaras por el mayor
tiempo posible. Cierto que ni las carencias políticas ni la tensión social eran
exclusivas del régimen de Alfonso XIII, en la Europa de postguerra, pero
en el caso de España la situación amenazaba con llevarse por delante a la
propia monarquía.
La crisis política se hacía patente en la inestabilidad de los gobiernos
(entre 1917 y 1923 hubo 13 crisis de gobierno totales y 33 parciales), pero
también en el distanciamiento respecto a las instituciones. Las convocato
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2021, pp. 31-74. ISSN: 0482-5748