218 SALVADOR FONTENLA BALLESTA
dirección y acometividad. Las harcas con extraordinaria movilidad y perfecto
conocimiento del terreno, buscaban sistemáticamente los flancos de las
columnas adversarias para frenar o detener su progresión.
Los ataques para apoderarse de alguna posición no lo hacían en masa,
persuadidos de la superioridad de efectivos y de armamento de los españoles,
por lo que recurrieron a la sorpresa, como en Abarrán o Akba al-Kola.
Frecuentemente complementado organizando posiciones defensivas (trincheras)
para impedir el paso de los convoyes con agua, municiones y víveres,
como fue en Igueriben y Cudia Tahar.
Llama la atención la proliferación de excavaciones de trincheras que
hicieron las harcas enemigas, y los magníficos resultados tácticos que obtuvieron
del trabajo como forma de la acción, como no podía ser de otra
manera; tanto en posiciones netamente defensivas, barrear rutas de abastecimientos
y preparar emboscadas. Sin embargo, los españoles prefirieron el
levantamiento de parapetos sobre las trincheras, seguramente por ser menos
trabajosas, considerar que era suficiente protección contra el armamento ligero
de las harcas y también porque proporcionaban protección a las tiendas
de campaña y depósitos; el resultado no fue bueno y algunas posiciones
cayeron por esta causa. Es obligatorio destacar, una vez más, la importancia
del trabajo para el infante que tantas veces ha olvidado o despreciado, porque
es una forma más de la acción, y tan importante como las demás (fuego,
movimiento y choque).
Los harqueños buscaban, en la defensiva, las zonas bajas, en las barrancadas
y contrapendientes atrincheradas, para ocultarse de los observatorios
artilleros. Así lo hicieron en Igueriben, Tizzi Aza (1921), meseta de
Tikermin (1922) Xeruta (1924) y Kudia Tahar (1925). Utilizaban los barrancos
como caminos cubiertos, y durante la preparación artillera se colocaban
a contrapendiente, para atacar por sorpresa cuando los infantes contrarios
llegaban a la cima.
No obstante, eran muy sensibles al envolvimiento y cedían rápidamente
en su resistencia en cuanto presentían que la maniobra contraria amenaza
su retaguardia. En cambio, si era envuelto no se entregaban, y trataban
de romper el cerco con un ataque a la línea por su punto más débil. Por ello,
los españoles en la maniobra por combinación de direcciones procuraban
dejar una salida al núcleo principal de los harqueños, para luego reducir
a los pequeños grupos aislados y a los rezagados. Consecuentemente, se
consideraba un error táctico tratar de acorralar a las harcas, porque se les
obligaban a combatir a la desesperada, retrasaba el avance de las fuerzas
propias y aumentaban sus bajas.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2021, pp. 218-246. ISSN: 0482-5748