56 EMILIO DE DIEGO GARCÍA
fue el momento de la verdad. Reabiertas las Cortes el 20 de octubre de 1921
se sucedieron más de cincuenta debates, en el Congreso y en el Senado,
hasta finales de noviembre. En sede parlamentaria se escenificó la guerra
de la propaganda con objetivos políticos que iban más allá del problema
marroquí. Los socialistas, con Prieto y el mismo Besteiro al a cabeza, fijaron
sus críticas en la monarquía, atacando duramente al rey. Los republicanos
de diferentes tendencias mostraron también su oposición a la acción militar
en el Protectorado, entre ellos Martínez Barrios; hasta Melquiades Álvarez
figuraron en esta “nómina”. No así Lerroux decidido partidario de la intervención
en el norte de África.
En el Senado se posicionaron defensores y detractores como Sánchez
de Toca, entre los primeros o Burgos Mazo, aunque este último con matices.
Allí, en la Cámara Alta tuvieron especial eco las intervenciones de Weyler,
Fanjul y Miguel Primo de Rivera. Don Valeriano mostró su disconformidad
con la actuación de algunos militares en el “desastre”; Fanjul puso en entredicho,
más o menos veladamente, ciertos comportamientos de Alfonso XIII
y Primo de Rivera aconsejó el abandono de Marruecos a cambio de Gibraltar,
lo que le costó entonces el cargo que ostentaba como Capitán General de
Madrid. Los parlamentarios con sus enfrentamientos pusieron en evidencia
el mismo sentir de la opinión pública.
Había que reaccionar y el ya mencionado observador norteamericano,
en misión diplomática en Tánger, describía la situación con toda claridad:
“España es consciente del hecho de que todo su orgullo como raza y su
prestigio como nación se encuentra hoy en el candelero y hasta que no haya
restituido su posición militar merecerá escasa consideración en cualquier
arreglo definitivo de la dificultad marroquí”.
Hacía falta un Ejército colonial
Antes del establecimiento formal del Protectorado asumido por España
en suelo marroquí, se había manifestado ya, reiteradamente, la conveniencia
de disponer de la capacidad militar precisa para vencer la resistencia
armada, en especial de algunas cabilas. Los problemas venían planteándose
en la zona del Rif desde 190958. La dura experiencia de aquel año y la campaña
del Kert (1911-1912) aumentaron la necesidad de unas fuerzas capaces
de actuar con la eficacia suficiente que las operaciones militares demanda-
58 Ver Espluga, Manuel: “Las campañas de Marruecos, gestas y desastres”, en Aragón Reyes,
Manuel (Dir): op. cit., tomo II, pp. 289 y ss.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2021, pp. 56-74. ISSN: 0482-5748