276 JESÚS MARTÍNEZ DE MERLO
por “décimos”, entendiendo como tal que cada dos años recibían unos 80
nuevos caballos. En 1913 se estableció que se remontase por “quintos” y las
unidades indígenas por “séptimos”, por lo que el Alcántara recibiría unos
140 caballos probablemente cada cuatro años.
No sabemos el ritmo de trabajo de los caballos, pero entendemos que
en los seis primeros meses de 1921, salvo en el 5º escuadrón de voluntarios,
no fue demasiado por falta de jinetes. Los jinetes veteranos se habían
marchado en enero, pero a su vez los del siguiente año tenían que cubrir los
puestos de destinos, lo que quiere decir que en el período de enero a junio
no había mucho más de 30 jinetes por escuadrón. Sin embargo, aunque no
tenemos ningún dato documental, la formación de los reclutas entre marzo
y mayo, para comenzar su nuevo ciclo como jinetes militares, debió hacerse
en Segangan con caballos y tropa de todos los escuadrones. Posteriormente,
ya destinados a los escuadrones, continuaron su instrucción dentro de las
formaciones de sección y escuadrón, por lo que estimamos que hubo pocas
marchas de 30 km durante varias jornadas.
Tras el trabajo de monta los caballos pasaban el resto del tiempo al
aire libre en cordadas de círculo de sección. Aquí la vida era más dura que
en la cuadra por el clima y sobre todo por el polvo que además estaba presente
en piensos y aguadas, en cambio al dormir el caballo generalmente
de pie realmente no había demasiada diferencia en este aspecto con dormir
en una cuadra. Los caballos no pueden comer mucha cantidad de una vez,
por lo que normalmente recibían tres “piensos” al día, excepto en salidas de
jornada que se reducían a dos. La ración era una mezcla de pienso y forraje,
que con la falta de pastos en las tierras del Rif se reducía a paja y cebada
(o avena). Abrevaban dos o tres veces al día llegando a consumir unos 60
litros de agua diarios. Normalmente no se comenzaba el trabajo hasta una
hora larga tras el primer pienso y agua. No tenemos datos concretos pero
pensamos que todas estas tareas no las hacía la sección completa, salvo los
días de marcha, sino los destinados diariamente para realizar el “servicio
de cuadra”, que estarían permanentemente muy cerca de donde estuviera el
ganado, haciendo además la limpieza de los recintos.
En cuanto a marchas, la jornada ordinaria era de unos 30/40 kms diarios
que habitualmente no suponía un esfuerzo grande a caballos y jinetes.
Sin embargo, para sucesivas jornadas de marcha las dificultades comenzaban
a ser mayores si no se habían realizado trabajos de preparación tanto en
caballos como en jinetes, que tenían que acostumbrarse a marchas continuas
y con un mayor peso al tener que llevar todo el equipo. Las dificultades iban
aumentando con una tercera jornada en estas condiciones. Siempre, pero
sobre todo en las jornadas de marcha, la perfecta colocación de la montura
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2021, pp. 276-320. ISSN: 0482-5748