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escuadrón, que a su vez podría tener tres o cuatro secciones. La pretensión
inicial de la máxima plantilla se vio reducida muy pronto, ya que con motivo
de la creación de la Guardia Civil tuvieron que cederse unos 2.000 caballos
en números redondos para dotar a las fuerzas de caballería del Instituto.
Posteriormente una RO dictaminó que todos los cuerpos existentes serían
herederos institucionales de los viejos disueltos en diciembre de 1823, que
tuvieran el mismo nombre.
Desde 1851 el nuevo regimiento Alcántara continuó sus vicisitudes.
Tras la Restauración borbónica y la reorganización de 1875, tomó el nombre
de Regimiento de Cazadores de Alcántara 14º de Caballería, con la que
llegaría hasta 1931. A finales del siglo XIX formó parte de la nueva estructura
divisionaria formando parte de la 4ª División desplegada en Cataluña y
con guarnición durante algunos años en Villanueva y Geltrú, hasta que una
nueva reorganización en 1899 lo trasladó de Réus a Valencia para depender
de la 6ª División. La tropa montada hizo el traslado por jornadas ordinarias
a mediados de junio al mando de su coronel y la desmontada y enseres por
ferrocarril. Su plantilla de paz era de cuatro escuadrones sumando unos 300
caballos y su armamento era la carabina máuser de 1895 y los sables los de
modelo prusiano 1880-88 que sustituyeron a los recios del modelo de 1860.
Todavía en 1910 se levantaron algunas partidas carlistas y en noviembre
el 3º Escuadrón fue trasladado en ferrocarril a Villena e hizo varios reconocimientos
por la sierra del Catí, capturando un depósito de suministros.
Patrullas similares se realizaron en los años siguientes, así como ejercicios
con las tropas del cuerpo de ejército en Almansa, efectuando las marchas a
caballo. En julio de 1909 recibió orden de ir a Barcelona dados los acontecimientos
revolucionarios, asistiendo a diversas acciones que finalizaron al
acabar el año.
EL ALCÁNTARA LLEGA A MELILLA
En 1911 el Regimiento Alcántara fue uno de los tres regimientos del
Arma que deberían constituirse con la plantilla denominada reforzada, formando
un 5º escuadrón y haciendo todos sus preparativos de instrucción del
nuevo personal. En abril de aquel año se vivió la tragedia del asesinato del
sargento Eugenio Arocas por el herrador Francisco Cerdá, quien fue condenado
a muerte. Cuatro días más tarde se cumplió la sentencia tras 30 años
sin una ejecución en la ciudad de Valencia. Continuaron los preparativos
hasta que el 8 de septiembre fue designado para trasladarse a la Comandancia
General de Melilla en el vapor Luis Vives. Llegados a la plaza el día 10
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2021, pp. 266-320. ISSN: 0482-5748