UNIDADES INDÍGENAS EN EL MARCO DEL DESASTRE DE ANNUAL 201
capitán García-Margallo partió para Melilla al frente del teniente Carvajal,
los alféreces Bermejo y Tomaseti y unos 105 hombres, los cuales, nada más
abandonar la Alcazaba fueron tiroteados por los rifeños, sufriendo sus primeras
bajas, y a continuación por los defensores de la fábrica de harinas de
Nador y por otras fuerzas durante el trayecto entre Tauima y el Atalayón, al
confundirlos con rifeños, cuyo resultado fue la muerte del alférez Fernando
Tomaseti Caritat y la muerte o desaparición de 73 de tropa.
Con respecto a los que quedaron en Zeluán, fueron sitiados junto a
otros 500 hombres de distintas unidades desde la noche del día 24 hasta el
3 de agosto, cuando sin apenas recursos y tras negociar la rendición con
el caíd Ben Chelal, de la cabila de Beni bu Ifrur, abandonaron la posición,
momento en el que fueron atacados, resultando muertos la mayoría, entre
ellos 2 tenientes, el veterinario, los 6 sargentos y 24 de tropa del Grupo,
pudiendo escapar algunos en dirección a Nador, como fue el caso del cabo
Manuel Dolz del Castellar, que fue socorrido por un moro amigo de Tauima,
o el teniente Dalías, que tras ser recogido por un ex-sargento de la 6ª mía de
Policía fue conducido a Monte Arruit, y posteriormente a Annual con otros
prisioneros, incluidos algunos regulares.
Tras estas vicisitudes, en la primera quincena de agosto, de los 1.919
hombres con los que contaba el Grupo de Regulares de Melilla en su Lista
de Revista de julio, tan solo se encontraban en Melilla 574 hombres, de los
que 232 eran indígenas y 122 heridos y enfermos, entre ellos el teniente
coronel Núñez de Prado y 95 indígenas, encontrándose consignado el resto
en la Lista de Revista de agosto, hasta un total de 1.345 hombres, como
“desaparecidos”. Término que englobaba a los muertos, a los prisioneros y
a los que no se sabía su paradero, encontrándose entre estos los que cayeron
durante el socorro de Igueriben y durante el repliegue de Annual, los caídos
en la defensa de Zeluán y en el trayecto a Melilla, las bajas de la fábrica de
harina y la mayoría de los indígenas que no pudieron presentarse en Nador
tras visitar a sus familias.
No se puede admitir, por tanto, que todos los desaparecidos fuesen
desertores, incluidos los 102 europeos que se encontraban en esta situación,
pues la mayoría se iría presentando conforme las columnas fueron avanzando
tras poner a salvo a sus familias. Un personal que había sufrido, además,
el desgaste de las operaciones, muchos sin ver a sus familias durante largo
tiempo y siendo conscientes de que cualquier trabajo, con menos exigencia,
estaba mejor remunerado. Una preocupación a la que se unió la sublevación
de las cabilas, en las que muchos de ellos tenían sus hogares, con el consiguiente
riesgo para sus familias y propiedades. Así lo estimaba el teniente
coronel Núñez de Prado, que tomaba como principal motivo del no regreso
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2021, pp. 201-212. ISSN: 0482-5748