332 LUIS EUGENIO TOGORES SÁNCHEZ
El 17 una columna de 20.000 hombres avanzó sobre Nador, en la que una
harca algo inferior a los ocho mil rifeños resistió, lo que no impidió que la
plaza fuese tomada. El 23 tres columnas tomaron Tauima y los pozos de
Aograz. El 29, tras el fracaso del coronel Lacanal (jefe de la Junta Superior
de Infantería), fue ocupado al asalto el caserío de Tizza por el comandante
general de Melilla el laureado Cavalcanti que se lanzó sobre la posición
seguido de su cuartel general, dos compañías de zapadores y el convoy de
intendencia. Por esta acción fue propuesto para una segunda laureada.
El día 2 de octubre tres columnas salieron de Nador para tomar ese
mismo día Hardú. Los poblados de Sebt y Seganga fueron recuperados el 5.
El monte Gurugú se tomó sin combatir el 10 de octubre cayendo también en
manos de las tropas española San Juan de las Minas. El 14 se recuperó Zeluan
donde aparecieron los cadáveres de su guarnición muertos en combate,
siendo torturados y asesinados los que cayeron con vida en manos de los
harqueños. En Zeluan se encontraron centenares de cadáveres sin sepultar
achicharrados por el sol. La Casa de la Ina fue la antesala del infierno lo que
llevó a que la prensa la renombrase como «La Casa de los Mártires». Con
esta operación se llegaba a la ocupación del mismo territorio logrado en la
campaña de 1909.
El 24 de octubre las tropas españolas, sin casi resistencia, entraron en
las ruinas de Monte Arruit. Unos tres mil cuerpos insepultos eran muestra
de la irresponsabilidad, incompetencia y falta de previsión de sus mandos.
Escribe el comandante Franco en Diario de una Bandera12:
“El avance se efectúa tranquilo; ni un solo moro se ve en el horizonte;
nuestra caballería avanza por el llano y la de la columna de la izquierda, que
ha salido primeramente, entra en la posición.
Rebasado Monte Arruit, detenemos nuestra marcha, y concentrada la columna
nos dirigimos al poblado.
Renuncio a describir el horrendo cuadro que se presenta a nuestra vista.
La mayoría de los cadáveres han sido profanados o bárbaramente mutilados.
Los hermanos de la Doctrina Cristiana recogen en parihuelas los momificados
y esqueléticos cuerpos, y en camiones son trasladados a la enorme fosa.
Algunos cadáveres parecen ser identificados, pero solo el deseo de los
deudos acepta muchas veces el piadoso engaño, ¡es tan difícil identificar estos
cuerpos desnudos, con las cabezas machacadas!
Nos alejamos de aquellos lugares, sintiendo en nuestros corazones un
anhelo de imponer a los criminales el castigo más ejemplar que hayan visto
las generaciones”.
12 FRANCO, Francisco: Diario de una Bandera. Azor, Madrid, 1986, p. 136.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2021, pp. 332-348. ISSN: 0482-5748