ANNUAL, EL CAMBIO DE PARADIGMA EN LAS OPERACIONES 89
Resumiendo, tras el parón de las operaciones a que había obligado la
Guerra Mundial, la situación en el protectorado español no resultaba nada
halagüeña, pues la dejación de España de sus responsabilidades había traído
graves consecuencias. En la zona occidental, El Raisuni se fortaleció; y en
la oriental, ajeno al conocimiento de las autoridades españolas, comenzaba
a nacer un importante núcleo de rebeldía en torno al clan Abdelkrim y sus
negocios.
Y, para colmo, con el fin de la contienda aparecieron inmensos excedentes
de armamento y numerosos mercenarios sin trabajo. Una coyuntura
que, contando con las ingentes sumas de dinero que derrocharon las firmas
mineras, los rifeños no desaprovecharían. Ya tarde, el conde de Romanones
reflexionaba:
«Error de todos los Gobiernos que rigieron … durante la guerra mundial
fue llevar a Marruecos la neutralidad …. Ninguno de los Gobiernos …
tuvieron libertad, acierto y fortuna para aprovechar aquellos momentos …
para haber sometido a las cabilas … Entonces estaba el mundo tan ávido
de armamento y municiones, que a ningún precio los hubieren encontrado los
belicosos marroquíes. Terminada la guerra, la abundancia de sobrantes de
pertrechos militares daría a los moros modo de revolverse contra nosotros»17.
El plan de acción, estructura de mando, modelo de intervención
y estructura de fuerzas
Finalizada su visita a Francia, y decidido el Gobierno a pacificar el
territorio, el ministro de la Guerra presentó un plan de ocupación. Éste constaba
de tres fases y una fase previa, para asegurar las retaguardias en ambas
zonas: en la occidental se debían conectar las comandancias de Ceuta y Larache
con Tetuán; y en la oriental ocupar parte de la cabila de Beni Bu Yahi.
Finalizada la fase previa se acometería el plan. En la primera fase, en
la zona occidental, las fuerzas de Ceuta y Larache ocuparían Xauen; mientras
que en la oriental, las de Melilla alcanzarían Tafersit. Después, las primeras
avanzarían hasta Targuist y las segundas establecerían una base, aún
por decidir, que facilitase acometer la fase final. Por último, las tropas de
ambas zonas convergerían sobre Alhucemas.
Desarrollar el plan requería reorganizar el Protectorado, lo que suponía
definir la estructura de mando, determinar el modelo de intervención y,
por último, dimensionar las fuerzas.
17 ROMANONES (1924).
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2021, pp. 89-148. ISSN: 0482-5748