EL GENERAL MANUEL FERNÁNDEZ SILVESTRE: ANÁLISIS DE… 379
mis más caras ilusiones como militar, antes que secundar una política en mi
concepto equivocada»35.
Con todo, esta dimisión, sorprendentemente, es rechazada por Luque,
quien, al mismo tiempo, amonesta a Silvestre por inmiscuirse en asuntos
que eran competencia exclusiva del gobierno. Esto da pie, por supuesto, y de
nuevo, a las conjeturas de que Manuel Fernández Silvestre contaba con muy
altos apoyos en la jefatura del Estado que no estaban dispuestos a que se
viese perjudicada su carrera. Aun así, lo más probable es que Luque, militar
como Silvestre, haya preferido dar un toque de atención a su subordinado,
que realmente estaba excediendo sus atribuciones como jefe militar de la
zona, antes que perder al único que estaba siendo capaz de tener iniciativa
con el problema del Raisuni, en otro claro ejemplo de las discrepancias entre
administraciones sobre cómo actuar en Marruecos.
El Raisuni aprovecha bien la actitud de Villasinda y la campaña de
prensa magnificando las desavenencias entre Silvestre y el ministro plenipotenciario,
enrareciendo más la situación con continuas quejas sobre sobre su
antagonista no exentas de victimismo y que desembocan en la organización
de una entrevista entre ambos, que se celebra en Tánger el 20 de febrero para
tratar de solventar el problema.
En esta entrevista, Manuel Fernández Silvestre logrará mostrar a las
autoridades españolas los equivocados conceptos que sobre él se estaban
formando y conseguirá que tanto el coronel Barrera como el propio Villasinda
emitan informes muy favorables sobre su profesionalidad y su modo
de proceder, aunque este último advierte que el principal problema para lograr
la paz es la clara animadversión que se profesan entre ellos y que, por
tanto, el coronel debe ser controlado con órdenes precisas. También de esta
reunión obtendrá Silvestre algo que engrandecerá aún más y contraproducentemente
su creciente aura mítica, cuando el Raisuni describe la relación
entre ambos con la ya famosa frase de
«Tú y yo formamos la tempestad; tú eres el viento furibundo; yo, el mar
tranquilo. Tú llegas y soplas irritado; yo me agito, me revuelvo y estallo en
espumas. Ya tienes ahí la borrasca. Pero entre tú y yo hay una diferencia; que
yo, como el mar, jamás me salgo de mi sitio y tú, como el viento, jamás estás
en el tuyo, en uno solo»36.
Está claro que, a pesar de los roces y discrepancias expuestos hasta
ahora, el gobierno valora en gran medida la profesionalidad de Silvestre,
35 SERVICIO HISTÓRICO MILITAR: Historia de las Campañas de Marruecos. Madrid,
1951, tomo II, pág. 885.
36 Citado en CABALLERO ECHEVARRÍA, Fernando: op. cit. pág. 327.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2021, pp. 379-412. ISSN: 0482-5748