364 CÉSAR LABARTA RODRÍGUEZ-MARIBONA
de influencia española. Ambas tareas son puestas en práctica por Silvestre
incluso antes de recibir la confirmación oficial de su cargo, cuando trata de
limar asperezas con los militares franceses acampados cerca de Alcazarquivir,
localidad a la que parte al poco de llegar, al tiempo que les deja claro que
la plaza ha sido ocupada por fuerzas españolas al mando del capitán Ovilo y
que no va a permitir injerencias en su labor.
Por descontado, y en cuanto recibe refuerzos, comienza una fuerte
instrucción de las tropas con el objeto de aclimatarlas al terreno y, de paso,
reconocer él en persona el territorio y ubicar los puestos para su defensa y,
al mismo tiempo, exhibir las fuerzas españolas ante franceses y marroquíes.
Estas acciones, que a veces iban más allá del territorio marcado como
influencia española, le hacen ser amonestado por el ministro de la Guerra, el
general Luque, quien teme que pueda producirse un incidente diplomático
con Francia a causa, precisamente, de la excesiva publicidad que la prensa
da a las expediciones de Silvestre. Esto, que no hubiese pasado de anecdótico,
de nuevo nos da una idea de cómo la forma de actuar de Silvestre podía
ser fácilmente malinterpretada y magnificada negativamente por aquellos
mismos que lo alababan.
Es el caso de la marcha de 60 kilómetros que reseña el corresponsal
del Imparcial y que Silvestre ordena a finales de junio, a pleno sol y rematada
por una tempestad a final del día que acaba con el campamento y con 40
soldados de baja. A pesar de todo ello, el teniente coronel ordena seguir la
instrucción con nuevos ejercicios al día siguiente.
Una crónica que, a pesar de estar escrita en tono laudatorio, nunca
llega a publicarse, por orden directa de Luque, a causa del efecto que podría
tener en la opinión pública. Resulta al tiempo sorprendente la carta que el
ministro de la Guerra envía a Silvestre recomendándole que no hiciese esa
clase de ejercicios en verano, a no ser que fuese fuera de las horas de sol y
breves, debido a que las tropas son bisoñas y hay que tratarlas con tacto para
tenerlas contentas al tiempo que disciplinadas, porque el clima en la zona
es muy malo y ese es el mejor método para sacar partido de ellas. Esta carta
parece totalmente inapropiada en un militar de su experiencia y totalmente
ajena a la realidad que supone el adiestramiento de las tropas en un terreno
como el norte de África.
Al mismo tiempo demuestra el ministro poca confianza en su subordinado
al no recabar su informe sobre la marcha de instrucción que ha provocado
el desencuentro. Sobre todo, porque se deja guiar por la percepción
de un periodista que parece saber menos del tema que él. Tal y como refleja
otra carta, la que el coronel Prestamero, enlace que Luque impone a Silvestre
con el ministerio, envía al ministro «… no tuvo nada de particular, fue
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2021, pp. 364-412. ISSN: 0482-5748