216 SALVADOR FONTENLA BALLESTA
El terreno
La orografía del Rif era caótica, muy apta para la lucha de guerrillas,
pero muy similar a las Alpujarras españolas. Se puede dividir en dos zonas,
la Bahía de Alhucemas y la zona oriental.
La zona de la Bahía de Alhucemas estaba constituida por la espina
dorsal de la cadena rifeña, y en su centro está situada la Bahía de Alhucemas.
Se puede, a su vez, dividir en dos comarcas de distintas características:
la montaña solo apta para el pastoreo y la vega de Alhucemas, regadas por
los ríos Necor y Guis, de gran fertilidad.
La zona oriental, comprendida entre las dos estribaciones orientales
de la cadena montañosa rifeña y el río Muluya; es zona esteparia y semidesértica,
salvo el valle del río Muluya, en el resto del territorio, ante la escasez
de pastos, se impuso el nomadismo.
La Bahía de Alhucemas estaba bajo el dominio de la aguerrida cabila
de Beni Urriaguel, era el corazón del Rif y la zona clave, Los caminos del
Rif eran simples sendas de herradura, relativamente practicables en las llanuras
y muy difíciles en las montañas, donde eran frecuentemente destruidos
por las lluvias, y los cruces de los caminos eran innumerables, difíciles
de orientarse por ausencia de señalizaciones. Los pasos de los ríos no tenían
puentes, debiendo flanquearse por vados, e imposible de hacerlo con lluvias
torrenciales.
La población
La población era de carácter rural, y distribuida entre 71 tribus o
cabilas de bereberes islamizados, con fuertes rivalidades ancestrales, por
herencias familiares, y deudas de sangre por robos y asesinatos. No tenía
cohesión social, política, ni económica, con una agricultura y ganadería de
subsistencia que facilitaban el aislamiento. Las cabilas se dividían en fracciones,
subfracciones y poblados de dimensiones variables. Cada entidad
estaba dirigida por un jefe y una asamblea vecinal (yamaa) que era uno de
los órganos esenciales de las tribus y que representaba los intereses colectivos.
Las cabilas del Rif se regían prácticamente de forma independiente del
sultán de Fez, y sus relaciones con él estaban regidas por las conveniencias,
marcadas por sus posibilidades de protección o de castigo.
Las aldeas o aduares estaban formadas por casas aisladas entre sí, a
causa de la mutua desconfianza. Cada aduar estaba situado en posiciones
dominantes, como fortalezas, estaban cercadas por altas y espesas chumbe
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2021, pp. 216-246. ISSN: 0482-5748