EL GENERAL MANUEL FERNÁNDEZ SILVESTRE: ANÁLISIS DE… 395
las capacidades y la forma de operar de las personas con las que tendrá que
llevar a cabo la misión encomendada.
El análisis de la vida y éxitos de Manuel Fernández Silvestre hasta el
momento nos hace difícil creer que sea tan irreflexivo como nos lo presenta
Dávila, proponiendo ir a una posición solo porque es «hermosa». En el contexto
de esta visita que está realizando Silvestre para reconocer el terreno,
no es desventurado afirmar que su actitud busca más testar el carácter y la
forma de actuar de sus subordinados que expresar realmente sus intenciones.
En cualquier caso, lo que queda claro es que la actitud de Dávila en su
declaración incumple un principio básico de cualquier Estado Mayor: todo
se puede discutir y mostrar la oposición, pero, una vez tomada la decisión,
se apoya esta sin fisuras. Algo que, visto el testimonio, demuestra una absoluta
deslealtad hacia su jefe, al menos, después del derrumbamiento de la
Comandancia General de Melilla.
No deja de resultar curioso, con respecto a este tema, que alguien de
la personalidad con la que nos lo describen sus críticos no se librase pronto
de una voz tan molesta y contraria a sus deseos como la de Dávila, cosa que
nunca hizo, o la ridiculizase y menospreciase a cada ocasión, algo que en
ningún momento denuncia Dávila, todo lo contrario.
La comunión de doctrina de dos generales
El año 1920 termina constatando un nuevo éxito en la hoja de servicios
de Manuel Fernández Silvestre, ya que en tan solo siete meses consigue
lo que todas las previsiones marcaban para al menos dos años. Evidentemente,
la prensa se vuelca con el comandante general de Melilla por conseguir
semejantes resultados nada más llegar, lo que refuerza su aura mítica.
Por supuesto, el general es ajeno a esto, sabedor de que es mérito de un
trabajo en equipo, pero esto no impide que se despierten algunos recelos y
susceptibilidades en su superior y amigo.
A pesar de la velocidad que ha imprimido a su acción, Silvestre muestra
gran cautela al operar, dando siempre cumplida información de todos
sus movimientos a Berenguer y esperando que este le dé el visto bueno, tal
como estipula la doctrina redactada por el alto comisario y que confirma
Dávila en su declaración. Esta cautela le lleva, incluso, a reportar algún reproche
por parte de Berenguer, que tiene que recordarle en qué situaciones
tiene libertad de acción y, también, que ha sido designado para el puesto por
su iniciativa. Talmente parece que Silvestre, acostumbrado a saltarse a veces
los procedimientos, no quiere repetir con su amigo situaciones ya vividas en
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2021, pp. 395-412. ISSN: 0482-5748