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que los esperan al otro lado del río y que, a pesar de los informes, no parecen
estar totalmente a favor de España. Por encima, el alto comisario muestra
un exceso de optimismo ante la situación en sus comunicaciones con el
ministro de la Guerra e, incluso, en diversas declaraciones en prensa, donde
anuncia el inminente avance sobre Alhucemas. Algo que, como señala Caballero,
pondrá en alerta a Abdelkrim y provocará adhesiones en masa a su
harka, que está instruyéndose al estilo europeo59.
Silvestre se ve forzado a tomar la iniciativa y ocupar las posiciones de
Abarrán e Igueriben, para evitar que la primera caiga en manos de los rifeños
y para cubrir la ruta entre Izzumar y Annual con la segunda. Así, el 1 de
junio da orden al comandante Villar de la Policía Indígena de que establezca
una posición en el monte Abarrán con 300 hombres y una harka amiga,
incluyendo una batería de artillería. A pocas horas de quedar consolidada
la posición, se demostrará que los informes de inteligencia con los que está
operando Silvestre están equivocados, ya que un ataque de 3.000 rifeños, el
doble de lo que recogían los informes de la Policía Indígena, la destruirá por
completo y dejará los cañones en manos del enemigo.
La situación comienza a desmoronarse y Silvestre trata de que las cabilas
rifeñas no se pasen al bando de Abdelkrin, con exhibiciones de fuerza
como la toma de Talilit dos días después y con declaraciones a sus jefes en
las que menosprecia las posibilidades de victoria de la harka enemiga en
un enfrentamiento contra los españoles. Lo que algunos estudiosos como
Serrano Vélez ven como una actitud imprudente y temeraria de un Silvestre
que está perdiendo la perspectiva del problema es más un intento de consolidar
la adhesión de los rifeños que, no olvidemos, respetan el valor y desprecian
las expresiones de debilidad, algo que Silvestre no puede de manera
alguna proyectar hacia ellos.
Lo cierto es que la pérdida de Abarrán es un duro golpe para nuestro
protagonista, ya que no es solo su primera derrota, sino que, encima, ha supuesto
que las piezas de artillería hayan caído en manos del enemigo, algo
nunca ocurrido hasta el momento en Marruecos y que dota de importantes
medios a los rifeños. Por el contrario, Berenguer le quita importancia y lo
considera tan solo un revés, rechazando sus peticiones de refuerzos y el
permiso para poder entablar acciones ofensivas que le permitan reconducir
la situación. El alto comisario está enfrascado en esos momentos en dar el
golpe definitivo al Raisuni en su teatro de operaciones y prefiere frenar el
movimiento de Silvestre antes que verse obligado a distraer fuerzas para
mandarlas a la zona de Melilla. Aun así, le permite iniciar la acción de
59 CABALLERO ECHEVARRÍA, Fernando: op. cit. pág. 364.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2021, pp. 400-412. ISSN: 0482-5748