40 EMILIO DE DIEGO GARCÍA
La hora del “cirujano de hierro”
Desde 1918-19, con el fin de las hostilidades en los campos de batalla
europeos, la situación exigía respuestas que ni el rey, educado en otras
coordenadas, ni los políticos supieron dar. El interés general, la búsqueda
del bien común como referente legitimador de la política, se posponía sistemáticamente
las ambiciones personales y “amicales” de los gobernantes.
Ejército y Administración indeseablemente politizados, más bien “clientelizados”;
una opinión pública fácilmente manipulable por su ignorancia y
falta de sentido de la responsabilidad; exaltable con facilidad por el irracionalismo
y la desconfianza, ofrecían un caldo de cultivo preocupante. La
carestía de la vida y las deficientes condiciones socio-económicas añadían
leña al fuego.
La incapacidad del sistema constitucional, que el propio monarca criticaba,
a veces de manera un tanto indiscreta (recuérdese su discurso en Córdoba
de 23 de mayo de 1921), era evidente “se derriba a los gobiernos –dijo
en aquella velada del Círculo de la Amistad de la ciudad de los Califas- el
nuevo gobierno hace suyos esos proyectos (los del anterior) pero entonces
la hostilidad procede de quienes cayeron derribados … La política –añadía-
entorpece, indeliberadamente, pero con obstáculos insuperables, la acción
de los gobernantes”. Un diagnóstico certero pero inoportuno. Los problemas
del país se fueron agravando aún más desde esa fecha y, a las alturas de
septiembre de 1923, la mayoría de los españoles estaban hastiados de aquel
juego y a favor de uno profundo cambio.
También desde más allá de nuestras fronteras se contemplaba la situación
con interés y preocupación. A la división creciente entre los españoles;
la amenaza del independentismo catalán y la más velada pero preocupante
evolución del nacionalismo vasco; la inseguridad ciudadana; la violencia
anarquista y la represión en una espiral creciente de acción-reacción; y el
problema marroquí sin apuntes de solución definitiva,…; los observadores
extranjeros, diplomáticos, periodistas, etc., esperaban también un golpe de
timón en la política española.
Llegado el momento, el embajador de Estados Unidos en Madrid,
Alexander P. Moore, aplaudió la actuación de Primo de Rivera y el Directorio
que estableció para rescatar a España del caos político y social; a la par
que declaraba su completa confianza en don Miguel. The Washington Post
veía en la Dictadura el medio para acabar con la amenaza de revolución bolchevique
en Cataluña y R.E. Gordon Georges escribió en Current History,
al margen de su inconstitucionalidad, considero el golpe de Primo de Rivera
un servicio insigne, no solo para la vida y la propiedad en España, sino para
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2021, pp. 40-74. ISSN: 0482-5748