LA ESPAÑA DE 1919-1923 Y SU PROTECTORADO EN MARRUECOS 29
rente al de cinco años antes. En el nuevo orden mundial impuesto al término
del conflicto la neutralidad española, que había reportado notables beneficios
económicos durante la Gran Guerra, no acarrearía ya nuevas ventajas,
antes bien al contrario.
La percepción de la situación española, en esa coyuntura, allende
nuestras fronteras resultaba bastante dispar. La consideración menos favorable
se tenía, sobre todo, en los países de nuestro entorno más próximo. Algunos
testimonios de los representantes diplomáticos de Portugal y de Francia
en Madrid, recogían sus quejas por la ayuda, más o menos encubierta, que el
II Reich había encontrado en nuestro país y denunciaban la germanofilia dominante,
según ellos, en amplios sectores de la sociedad, en algunos círculos
políticos y en la opinión pública española; todavía en 192013. Se trataba de
testimonios sesgados, que obedecían a una especie de “ajuste de cuentas”
desde posiciones tendenciosas; especialmente en el caso portugués. Alfonso
Costa representante de Portugal en la Conferencia de Paz, protestaba el 29
de abril de 1919, por el ingreso de España en el Consejo de la Sociedad de
Naciones; a propuesta del presidente Wilson14. Una posición comprensible,
en esta ocasión, pues nuestro país, visto como el enemigo secular, despertaba
grandes recelos al otro lado de la “raya”.
Sin embargo esta “oposición” portuguesa no serviría de mucho pues el
mandatario norteamericano consideraba políticamente necesario que España,
el más importante de los países neutrales –una apreciación en consonancia
con la fórmula acuñada por Alfonso XIII -que jugaba además un papel
destacado en la América hispana, debía ocupar un puesto, en el Consejo de
aquella Liga, aunque no fuese permanente. No sería ajena a esta disposición
la entrevista que mantuvieron el conde de Romanones y el presidente Wilson
en París. Estados Unidos, con ese gesto, intentaba mejorar su imagen
en Hispanoamérica donde, eran vistos con desconfianza, particularmente en
círculos intelectuales. La actitud de Portugal cambiaría en 1922, al menos
por un tiempo, cuando el gobierno de Lisboa se declaraba ya partidario de
mantener con España las mejores relaciones de amistad, aunque solo fuese
por conveniencia táctica.
En el caso de Francia la lectura crítica con la “germanofilia hispana”
se basaba en un esquema parecido al de Portugal; aunque en sentido inverso,
a partir de la suspicacia y el resentimiento español, por motivos históricos,
que alimentaba los permanentes “celos hacia Francia, desde una profun-
13 Torre, Hipólito de la: “España en crisis 1917-1923: los dictámenes de las Repúblicas
vecinas” en Revista Aportes, nº 85, 2014, pp. 51-81.
14 Ibídem.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2021, pp. 29-74. ISSN: 0482-5748