LA ESPAÑA DE 1919-1923 Y SU PROTECTORADO EN MARRUECOS 39
el que la trabaja” y bajo la influencia de un anarquismo muy arraigado en
algunas regiones, se sucedieron los actos violentos. Al producirse la ocupación
de tierras y una serie de atentados de diverso tipo, el gobierno bajo la
presión de los terratenientes, trató de contener los disturbios con una dura
represión, saldada con decenas de víctimas y cientos de detenidos.
En las regiones industrializadas, con Cataluña a la cabeza, la confrontación
alcanzó aún mayores dimensiones y especial gravedad. Algunas de
aquellas huelgas jalonaron la historia del movimiento obrero. Este sería el
caso más emblemático de todos: la huelga de “la canadiense” (la Barcelona
Traction Light and Power). Comenzó el 5 de febrero de 1919 y, durante
cuarenta y cuatro días, la industria, los transportes y la vida en general de la
capital catalana se vio paralizada. Aunque los huelguistas lograron alcanzar
una de sus reivindicaciones más significativas, la implantación de la jornada
de ocho horas, los conflictos continuaron.
A partir de esa realidad el número y la dimensión de las huelgas
tomaron grandes y graves proporciones. En 1913 contabilizaron 284; en
1919 fueron ya 895 y en 1920 la cifra alcanzó las 1.060. En esos mismos
años el número de jornadas laborales perdidas fue de 1.819.000; 4.127.278
y 7.261.762 respectivamente. En paralelo se fue desarrollando una mayor
violencia. Cataluña y, en particular, Barcelona y su zona industrializada se
convirtieron en el principal escenario de la conflictividad. La Rosa de Fuego
de una década antes, volvía a ser el santa sanctorum de la revolución
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2021, pp. 39-74. ISSN: 0482-5748
anarquista.
Entre 1919 y 1923 se contabilizaron 528 muertos fruto de la espiral
de acción/reacción en el devenir de los enfrentamientos laborales. Cataluña
vivió prácticamente en un constante estado de excepción; a pesar de lo cual,
entre enero de 1920 y el mismo mes de 1922, se cometieron allí 313 atentados,
con un saldo de 255 muertos y 733 heridos. El epicentro del pistolerismo,
de uno y otro signo, era aquella Barcelona de la que, en septiembre de
1920, llegaron a Ceuta la mayoría de los primeros legionarios.
La aplicación de la Ley de Fugas por Martínez Anido, nombrado gobernador
civil de Barcelona por Dato, en sustitución de Federico Carlos Bas,
llevó la represión a su punto culminante. La “guerra” contra el sindicalismo
anarquista se cobró la vida de personajes como Francisco Layret, Salvador
Seguí, Francisco Comes “el Perona”… y decenas de dirigentes obreros.
Pero también, entre otros la del conde de Salvatierra, la del presidente del
gobierno, Eduardo Dato, y la del arzobispo de Zaragoza, el cardenal Soldevila.